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  • Foto del escritorMARTA ESTA HARTA

Cómo me duele este hijo

“Cómo me duele este hijo”, esta es una de las frases que escucho en todos los talleres. Y es que esta queja es la queja de padres a veces sorprendidos, a veces desilusionados y en la mayoría de los casos descolocados por esos hijos silenciosos, rebeldes, enfadados, cuestionadores, retadores, e incluso a veces enemigos.

Como resultado de los talleres que he impartido a padres, he podido recolectar algunos conceptos que espero les sean de utilidad. El enfoque está en lo que nosotros podemos hacer, lo que está en nuestra manos, no en quejarnos de sus actitudes y tratar de modificarlas, lo cual solo trae frustración, pues nadie puede cambiar al otro de la noche a la mañana. .

En cambio, si yo transformo mis actitudes y me hago más consciente, estoy dando el primer paso. Y esto no significa abandonar los límites y las consecuencias que son necesarias .

La primera regla para evitar padres frustrados de hijos frustrados es :

Desvincular nuestra historia personal de la suya

Como padres, debemos ser capaces de entender que nuestra vida , nuestros sueños, y nuestros objetivos no son los de nuestros hijos. No me canso de repetir a las madres que su casa , su vida , sus reglas y sus normas no son las mismas que las de sus hijos . Y así tiene que ser para evitar cargar con una una mochila de presión añadida. Es vital que logremos comprender a nuestro hijo tal como es, y que dejemos que él recorra su camino, por mucho que nos duela, pero la vida es aprendizaje, es caerse y volverse a levantar.

Tenemos que intentar facilitar que el hijo adolescente desarrolle su vida con independencia y viviendo sus propias experiencias y permitirnos a nosotros mismos ser los padres que queremos ser.

Otro punto esencial es que dejemos a nuestro hijo adolescente recorrer su camino en la vida de acuerdo con sus preferencias y sus decisiones propias, y no compararlo con otros. No hay piedra más pesada para un hijo que la de la comparación, los padres debemos apoyarlo y respetarlo para que sea capaz de abordar con éxito sus propias experiencias.  No olvidemos que poner etiquetas a nuestros hijos ,o compararles con otras personas no solo no les estimula a mejorar sino que puede suponerle una pesada carga para su autoestima. Debemos ser capaces de hacer un esfuerzo constante por respetar su forma de ser, incluso en el caso que como padres pensemos que su actitud no es la más adecuada. Por supuesto, esto implica no desear que nuestro hijo se parezca a otra persona, comparándolo constantemente con aquel compañero de instituto que saca mejores notas, o cualquier otra reflexión que pueda mermar su autoestima.






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