Últimamente cada vez que abro el periódico hay alguna noticia dedicada a la violencia entre
jóvenes y adolescentes , reyertas , palizas, acoso . Y eso en una época en la que las madres no paramos
de formarnos para ser las mejores madres ( y padres posibles ) y parece que todo lo hacemos peor .
Cuando se trata de educar adolescentes, podemos hablar de dos prototipos de madres/padres. Por un lado los coleguitas, de los que hemos dicho mil veces que su mayor problema es no poner límites y no inspirar autoridad, lo que lleva a la pérdida de respeto de nuestros hijos. Y el segundo tipo, en el que me voy a centrar hoy es el de los padres súperprotectores, aquellos que intentan hacerles ver a sus hijos lo maravillosos que son, durante las 24 horas del día, y que son incapaces de hacerles ni una pequeña crítica o corrección.
Pues bien, aunque queramos que nuestros hijos no sientan ningún tipo de incomodidad o sufrimiento, ambos son indispensables o mejor dicho inevitables en esta vida. ¿Por qué? Porque no estaremos siempre para protegerlo y defenderlo, ni tampoco siempre podrás aliviar sus dolores. La vida adulta está llena de obstáculos y los chicos deben estar preparados. Tenemos que enseñarles a defenderse por sí mismos. Por lo que hacerles creer que son el centro del universo, es uno de los mayores errores a la hora de educar a un hijo y al mismo tiempo uno de los más comunes.
Seguramente tus hijos son lo más importante en tu vida y está bien que les demuestres tu amor. Sin embargo, flaco favor le hacer a tu hijo si no le haces ver sus debilidades, pues necesita conocerlas para superarlas y para no frustrarse cuando alguien de fuera de casa le diga que no es tan perfecto como él creía.
Querer a tu hijo no significa mirar hacia otro lado cuando comete errores, al contrario los padres debemos ser los críticos más duros de nuestros hijos. Quererlos, sí por supuesto, y apoyarlos, pero siempre evitando que se formen en el egoísmo y el complejo de superioridad. Así, les ayudarás a tener una autoestima sólida pero con los pies en la tierra. Es muy importante que nuestros hijos tengan los pies en la tierra, ya que eso evita muchas frustraciones y futuros fracasos. No debemos educar a nuestros hijos en una felicidad eterna, porque la felicidad eterna no existe y finalmente la vida les dará un revés.
Y el segundo gran error de esos padres superprotectores es pensar que sus hijos son perfectos.
Los consejeros escolares y los docentes son testigos de que los padres no quieren escuchar nada negativo de sus hijos. La reacción de un padre al saber algo que no esperaba y que no quiere oír de su hijo, puede ser la de atacar a quien se lo dice. Hoy en día es muy normal que los padres se refugien en el ataque al profesor, al monitor o a cualquiera que les plantee que su hijo no es perfecto.
Nuestros hijos siempre serán perfectos, para nosotros mismos, pero eso no quiere decir que lo sean en la vida real, aceptarlo nos evitará frustraciones como padres. Frustraciones que a la larga complicarán nuestra relación con los hijos, pues si creemos y defendemos que son perfectos, ¿qué pasara si nos damos cuenta de que no lo son? Y os aseguro que no hay nadie perfecto, por muy hijo nuestro que sea.
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